El miedo en la infancia y en la vida adulta.
Qué madre o padre no ha escuchado decir alguna vez a su hijo: ¡Tengo miedo!.
El miedo se trata de una emoción primaria fundamental para la supervivencia humana, por lo que no deberíamos considerarla como negativa ya que nos ha salvado la vida más de una vez, aunque sus efectos físicos sean incómodos y desagradables.
El miedo no es una emoción negativa. Su objetivo es nuestra supervivencia
Miedos en la Infancia:
Desde que nacemos hemos sentido miedo. Un bebé puede mostrar su miedo con la expresión de su rostro, llorando, temblando. A los 6 meses comenzará el miedo a la separación de la madre. A partir de los 3 años comenzarán los miedos a los animales, los monstruos, a fantasmas, a la oscuridad. Estos miedos cambian y evolucionan con la edad, se consideran adaptativos y normales por lo que no deberían alarmarnos, pero no por ello hay que desatenderlos. Si un miedo se vuelve obsesivo o no es adaptativo es cuando debemos observarlo y actuar para que no se convierta en una fobia o una limitación importante en la vida adulta. Entre los miedos no evolutivos podría ser el miedo a la soledad, a espacios cerrados, a relacionarse con otras personas, a fracasar o equivocarse llevándolo al perfeccionismo extremo etc.
¿Cómo actuar cuando un niño tiene miedo?
Para responder a esto, te pregunto: ¿Qué apoyo te gustaría recibir si estuvieras en estado de pánico? ¿Te gustaría que te dejaran llorando solo? ¿Qué te dijeran que son tonterías y que no tienes que preocuparte? Probablemente no. Seguramente valorarías que alguien te agarrara de la mano serenamente y te ofreciera su acompañamiento desinteresado y sin juicios para explorar tu miedo: ¿quieres que juntos veamos qué ocurre si miramos ahí dentro? Yo estoy a tu lado.
Algunos trucos:
- Si el miedo es adaptativo, desviar la atención del miedo es un buen recurso. Explicarle al niño, que pensando en algo alegre desaparecerá su miedo.
- Moverse, saltar, incluso forzar una sonrisa. El cuerpo, los pensamientos y las emociones están conectados y se influyen entre ellos. Con el miedo, el cuerpo se contrae y se prepara para actuar. Si conseguimos sacar al cuerpo de este estado moviéndolo hacia la apertura, o sonriendo, el cerebro lo interpreta como una situación sin peligro y se relaja, porque el miedo y la alegría son emociones opuestas.
Sonríe y tu miedo desaparecerá.
¿Cómo funciona nuestro cerebro ante el miedo?
En estado de miedo quien rige nuestras acciones es la amígdala, una estructura en forma de almendra perteneciente al sistema límbico, cuya función es el procesamiento de reacciones emocionales. La amígdala está enlazada con las partes más primitivas de nuestro cerebro. La respuesta es instintiva e inmediata, activando todos los botones de emergencia de nuestro cuerpo, acelerando el latido cardiaco, la presión sanguínea, aumentando la sudoración. Buscar razonamientos lógicos en estado de pánico no servirá de nada. La manera de llegar al miedo y salir de él es a través del cuerpo y de las emociones.
El miedo en los adultos:
No sólo los niños tienen miedo, los adultos también, pero ya no son adaptativos, la gran mayoría son irreales y limitadores, y vivimos inconscientes a ellos.
Todavía existe en muchos adultos el miedo a decepcionar a sus padres, algo que la mayoría negarán. ¿Evitas explicarles cosas a tus padres por no hacerles daño, o porque sabes que no lo aprobarán? ¿Hablas con tus padres de igual a igual o como si estuvieran todavía por encima de ti, justificándote, dando excusas, rodeos?
Esto también puede verse con personas que jerárquicamente están por encima de nosotros por ejemplo en el trabajo. ¿Miedo a decirle a nuestro jefe lo que realmente queremos y pensamos? Miedo a las consecuencias, miedo a las represalias, miedo al qué dirán, miedo a hacer el ridículo, a fracasar, a la confrontación…
Detrás de cada preocupación hay escondido un miedo que nos limita.
En estado de miedo podemos reaccionar de tres formas:
- Huir: Ante un león esta respuesta es perfecta. Pero si no es real y en frente tenemos una persona con el don de amargarnos el día, la respuesta de huida sería esquivarla o darle largas en lugar de decirle asertivamente todo lo que pienso y deseo.
- Atacar: Cuando sentimos que alguien nos está juzgando o hiere nuestra autoestima saltamos rabiosos al contraataque justificándonos o atacando directamente a las debilidades del contrincante.
- Bloqueo: Seguro que más de una vez te has sentido bloqueado de miedo, ante un sueño, ante la posibilidad de explicar lo que piensas en una reunión delante los jefes. La respuesta de bloqueo sería no decir ni hacer nada.
Decidir desde el miedo en lugar desde el Amor, nos conducirá al camino equivocado
Todos estos miedos podemos estar transmitiéndoselos a nuestros hijos sin darnos cuenta. A través de nuestros consejos y nuestras acciones. De ahí la importancia de trabajar el autoconocimiento por ejemplo a través del Coaching.
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