Los saboteadores mentales
En mayor o menor medida nos ha ocurrido a todos, decimos que vamos a hacer algo; ya sea más ejercicio, comer mejor, dedicarnos tiempo a nosotros mismos, poner más equilibrio en nuestras vidas. Además, sabemos qué deberíamos hacer para conseguirlo. Sin embargo, llega el momento de la verdad y nos decimos frases como: “bueno, mañana comienzo”, “el lunes seguro…”.
¿Por qué nos saboteamos a nosotros mismos de ese modo?
Para comprender esto debemos entrar en la mente y sus artimañas. Seguramente ya sepas que en la mente hay una parte consciente y otra inconsciente. Pero es importante mencionar la diferencia entre:
- Mente ego
- Mente completa, o también la Esencia del Ser.
El ego, es la parte de nuestra mente diseñada para sobrevivir y adaptarse en este mundo. Busca respuesta a la pregunta ¿quién soy yo? Sus características principales son:
- Se basada siempre en el miedo.
- Siempre juzga
- Se compara constantemente con otras personas, o con la imagen de “éxito” o “perfección” creada según los cánones que ha obtenido también juzgando.
- Busca siempre un culpable.
- Siempre tiene una sensación de insatisfacción.
- Vive en el pasado y en el futuro
- Se siente separada y sola
La mente completa o la Esencia del Ser, la identificaremos porque:
- Está basada en el AMOR incondicional
- No juzga, todo es perfecto tal y como es
- Lo tiene todo, no necesita nada.
- No hay ni víctima ni verdugo. Por lo tanto, no existe la culpa.
- Vive en el momento presente, en el aquí y ahora.
- Siente la unidad con todo.
¿Cuánto tiempo de tu día dirías que pasas en tu mente ego? La ciencia nos habla de que tenemos más de 50.000 pensamientos al día de los cuales el 95% o más son inconscientes que se basan en el pasado para crear nuestro futuro de manera automática, por lo tanto, el 95% de nuestro día estamos dejando que nos guíe la mente ego. Para confirmar esto, piensa cuánto tiempo pasas con tu mente en el momento presente, en este instante, en el segundo cero, en el aquí y ahora.
Al nacer somos AMOR puro, no tenemos ego, ya que no tenemos consciencia de nosotros mismos. A partir de los 2 años de edad aproximandamente, comenzamos a tener consciencia de nosotros mismos, intentando responder a la pregunta ¿quién soy yo? ahí comienza a desarrollarse nuestro ego y con él nuestros saboteadores internos.
¿Cómo ser forman los saboteadores internos?
Cuando somos muy pequeños no tenemos filtros en la percepción, nuestras creencias se están formando, y las vamos creando a través de las emociones asociadas a cada experiencia. Al no comprender el lenguaje correctamente escuchamos literalmente las palabras y sobre todo las emociones que hay detrás de ellas. Por lo tanto, si un día la madre le dice a su hijo de 3 años “¡eso no se hace! eres malo” mirándole con cara de enfadada, el niño lo interpretará literalmente como: “hay algo malo en mi” pudiendo asociar que ese enfado de mamá significa que ya no le quiere, y lo vincule con la emoción de miedo, sintiendo quizás un vuelco en el corazón o un nudo en el estómago. Ahí aparece la creencia que se esconderá en su inconsciente a nivel mental emocional y físico: “Si soy malo, mi mamá no me quiere”.
Al repetirse, esa creencia se reafirma. El ego herido, trata de esconder a esa parte “mala” que siente será rechazada por su madre, padre o la sociedad. Es entonces cuando comenzamos a crear nuestras máscaras.
Nuestros saboteadores nacen de nuestro ego herido.
¿Qué esconden los saboteadores internos?
Seguramente ya te estés imaginando lo que esconden: el miedo.
Cada niño esconde un miedo diferente, pero en definitiva es la misma emoción.
Miedo al rechazo, miedo a la soledad, miedo a ser juzgado por no ser suficientemente bueno, miedo al fracaso o a equivocarse. Todo aquello que han sentido que de manera inconsciente o consciente sus padres, abuelos, profesores, sociedad, puede acabar rechazando de ellos.
Crecemos, nos convertimos en adultos, pero esos miedos se han grabado en nuestro inconsciente y de manera automática a través de esos 50.000 pensamientos, nos empujan cual marionetas a comportarnos de forma que nuestro ego herido quede escondido detrás de las máscaras: los roles que cogemos en nuestra vida, a los que llamamos personalidad.
Las máscaras que esconden a nuestros saboteadores.
Hay muchas máscaras, tantas como roles cogemos en la sociedad. Aquí os nombro solo dos.
“La niña o el niño bueno”: mostramos al mundo nuestra cara afable, sonriente, educada, complaciente, siempre servicial, pensando más en los demás que en nosotros mismos, todo ello para ocultar, el miedo a ser juzgado como mala persona o egoísta. Esta máscara se encarga de recodarnos que debemos ser así, a través de la voz del saboteador que nos dice: “tienes que”, “debes de”, “mira los demás…”. Una voz muchas veces tremendamente exigente, que acaba haciéndonos sentir víctimas y pequeños por ser incapaces de llegar a esa “perfección” que busca nuestro ego herido en forma de saboteador.
“El hombre o la mujer de éxito”: trabajador, ambicioso, siempre busca un mejor puesto de trabajo, políticamente correcto, aunque eso le lleve a la falsedad en algunas ocasiones. Aparentemente seguro de si mismo, sacrificando su bienestar por querer más y más. Esta máscara oculta el miedo al fracaso, miedo a no ser suficientemente bueno. De nuevo el ego herido lucha por demostrar, comparándose constantemente con otros.
Esta incansable lucha interna entre la máscara que mostramos al mundo y la vulnerabilidad que sentimos en lo más profundo de nosotros, es lo que a muchas personas las lleva a tener una baja autoestima. Ya que autoestima significa, quererse a uno mismo enteramente. Amar las luces y las sombras, sin ocultar nada al mundo, mostrándose auténtico hacia los demás.
Esta falta de autoestima, este miedo profundo por no aceptar nuestra vulnerabilidad reconociendo nuestro miedo a no ser como nuestro ego se había imaginado que debíamos ser, es lo que nos lleva a castigarnos inconscientemente, anclándonos en nuestra cómoda y a veces penosa zona de confort.
Por ello, cuando deseamos cambiar cosas de nosotros, mejorar aspectos de nuestra vida, eliminar hábitos nocivos que no nos hacen bien. Nuestros saboteadores se revelan. Porque si conseguimos no hacerles caso, significará su no existencia.
¿Qué necesitamos para transcender a nuestros saboteadores internos?
Para conseguir nuestros propósitos, cambiar y mejorar nuestra vida en cualquier sentido, se requiere:
- Tomar consciencia de las máscaras que adquiere nuestro ego: los saboteadores internos.
- Reconocer el miedo que ocultan y aceptarlo como parte de nosotros
- Abrazar la vulnerabilidad.
- AMAR todo lo que somos: nuestras luces y nuestras sombras
Desde ese AMOR incondicional hacia nosotros mismos, nace una fuerza inconmensurable que nos hace tener una voluntad de hierro. Desde ahí, somos capaces de conseguir cambiar cualquier cosa en nuestra vida.
Las empresas están llenas de personas con máscaras, que esconden egos heridos desde la infancia, por eso parecen más guarderías o colegios que empresas de adultos. Cuando a una persona la someten a estrés y a presión, por mucha máscara que tenga, acaba saliendo lo que lleva tiempo escondiendo, su sombra: la envidia, la soberbia, el egoísmo, la vulnerabilidad, que simplemente son características del ego, y que, de una u otra forma tenemos todos, pero solo algunos, tras un trabajo personal intenso la hemos reconocido y aceptado en nosotros mismos. Solo así, las personas somos capaces de ver la autenticidad y la Esencia de los demás, más allá de sus máscaras, porque hemos aprendido a querernos a pesar de nuestras sombras, decidiendo quitarnos las máscaras.
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