¿Cómo gestionar emociones?
Antes de profundizar en cómo gestionar emociones, comenzaré este post aclarando que son las emociones.
Las emociones son reacciones fisiológicas que ocurren en nuestro organismo ante un cambio o estímulo externo, que aparecen con la finalidad de adaptarse al medio y sobrevivir.
Y si vamos más allá, podríamos decir que emoción, en inglés e-motion, es energía en movimiento. O eso debería ser, pero la mayor parte de las veces la energía que contiene la emoción se queda bloqueada en nuestro cuerpo por no saber precisamente gestionarla.
¿Cuáles son las emociones básicas?
A lo largo de la historia ha sido un tema de análisis y estudio por numerosos psicólogos. Un ejemplo es la teoría de Robert Plutchik, con la rueda de las emociones, donde propone la existencia de 8 emociones básicas, la alegría, la confianza, el miedo, la sorpresa, la tristeza, la aversión, la ira y la anticipación. Éstas emociones serían llamadas emociones primarias, y de ellas nacerían derivadas y las interacciones entre ellas. Así por ejemplo el enfado sería la ira en menor intensidad, y la furia sería la ira en mayor intensidad. Y por ejemplo, si combinamos la ira con el asco sería desprecio (véase la foto)
Pero a mí, me gusta simplificar las cosas para hacer los conceptos abstractos más fáciles de entender. Así que, apoyándome en la película «Del revés», podríamos decir que hay 5: Alegría, miedo, ira, tristeza y asco.
Y aún me atreveré a resumirlas todavía más, si me apoyo en la polaridad, una de las leyes naturales del Universo, donde existen los opuestos por necesidad, y todo tiene su opuesto: partícula – antipartícula, luz – sombra, positivo -negativo y, por lo tanto: Miedo – AMOR.
Si no pudiéramos experimentar el miedo, tampoco experimentaríamos la vivencia del AMOR. Lo reconocemos porque también sentimos su opuesto.
Haciendo referencia a la física, y aplicando la teoría vibracional, es decir que todo vibra,
- el miedo sería una frecuencia lenta y baja,
- y el amor una frecuencia rápida y alta.
¿Para qué sirven las emociones?
Básicamente para sobrevivir y adaptarnos al medio.
El miedo: nos alerta de posibles peligros. Lo que, en la sociedad actual, la mayoría no son reales, es decir, no te va a comer un mamut, simplemente llegas tarde a una reunión, pero el sistema límbico, o cerebro emocional, que es el que toma el mando, actúa exactamente igual.
- La rabia o ira según su intensidad: nos alerta de que estamos deshonrando algún valor, están invadiendo nuestro espacio vital o el de nuestras “crías”. Las que hemos sido madres, hemos experimentado como de recién nacidos saltábamos como fieras cuando veíamos o intuíamos que nuestro bebé corría peligro. Aunque solo fuera la suegra pesada.
- La tristeza: la necesitamos para elaborar duelos y adaptarnos al cambio. Cuando pensamos en duelos, siempre nos llega a la mente la muerte de un ser querido, pero el duelo aparece cuando dejamos atrás cualquier cosa: una pareja, un hijo que se independiza o cambia de etapa vital, un trabajo, nuestros propios cambios vitales.
- El asco: nos protege de intoxicarnos o ingerir alimentos en mal estado o venenosos. Obviamente aquí nos pueden engañar sobre todo en nuestra sociedad donde ya hay alimentos que son bastante nocivos para la salud pero te los van metiendo camuflados, como algunos conservantes, aditivos… pero esto sería otro post.
- La alegría: nos ayuda a vivir y disfrutar, a crear, a relacionarnos, a procrearnos. Es la emoción que más nos conecta con nuestra verdadera Esencia, y sin embargo muchas personas es la emoción que inconscientemente más rechazan. Cuando parece que todo les va bien en sus vidas, se auto-boicotean para buscar problemas y caer otra vez en la rabia u otra emoción.
Y ahora viene lo más necesitado de aprender por la mayoría de las personas.
¿Cómo se gestionan las emociones?
Este es el gran aprendizaje de vida, ya que por mucho que hayas leído se trata de experimentarlo. Para gestionar emociones no sirve leer y leer, que también puede ayudar indirectamente porque abre la mente a nuevos pensamientos y éstos generan por lo tanto nuevas emociones.
Gestionar emociones se trata de experimentar cómo la emoción se transforma dentro del cuerpo cuando prestamos atención plena.
Explicaré más en detalle esta parte.
Los pensamientos, las emociones y las sensaciones físicas, están completamente influenciadas entre sí.
Un pensamiento genera automáticamente una reacción química en el cerebro y con ella la segregación de unas hormonas que invaden nuestras células, así por ejemplo si percibimos inconscientemente una situación amenazante donde pensamos: ¡Peligro!, aunque ese peligro no sea real de vida o muerte, nuestro cuerpo reaccionará segregando cortisol, la hormona del estrés, que preparará al cuerpo para la lucha, la huida o la parálisis, que son las 3 formas de reaccionar cuando sentimos miedo/peligro.
Un ejemplo ante la percepción de una “amenaza”.
- Mentalmente: aparece un pensamiento del tipo. ¿y si pasa…?, “no voy a poder…”, “pero yo no…”
- Físicamente: notaremos una sensación de presión en el estómago, o en el pecho, o un nudo en la garganta o debilidad en las extremidades… esto depende de cada persona.
- Emocionalmente: nos sentiremos pequeños, bloqueados, tristes y asustados.
La manera de gestionar esa emoción, no es mirar hacia otro lado quejándose de que estás sintiendo esa sensación, sino mirar de lleno a la sensación física y permitirse sentirla, estar ahí un rato con ella, sin juzgar, sin pretender nada, exclusivamente prestando atención plena. Aquí entraría la práctica del #mindfulness.
Resumiéndotelo en pasos:
- Toma consciencia de la emoción que estás sintiendo Nómbrala, reconócela. Hay personas que tienen miedo a reconocer que tienen miedo. Le quitan importancia y piensan que el miedo es demasiado fuerte. Pues el estrés mismo, es miedo.
Localízala en tu cuerpo, como una sensación física. A muchas personas les cuesta localizar en su cuerpo la emoción. Son personas muy mentales que han evitado sentir emociones intensas en su vida. Podríamos decir que viven anestesiados emocionalmente.
- Cierra los ojos y obsérvala sin juzgar, aunque sea incómodo. No juzgar significa no etiquetar. Si una emoción no te gusta, no la etiquetes diciendo, «que se vaya», o no me gusta sentir esto, o es mala…
- Respira profundamente. Esto siempre. Es fundamental para centrarse y reconectar con el aquí y ahora.
- Permanece ahí, todo el tiempo que sea necesario. El impulso interno será desviar la atención. Por eso siempre recomiendo la práctica del Mindfulness, porque es ese entrenamiento mental a regresar con la atención cuando nos desviamos.
Sé que esto para muchas personas resulta difícil porque es como meterse en la boca del lobo que precisamente más nos asista, pero es la forma de disolver la emoción.
Aquello a lo que te resistes, persiste.
En los procesos de coaching que hago tanto a nivel individual como grupal, enseño a las personas a realizar esta gestión emocional, acompañándolos y guiándoles, mientras exploran su emoción. Siempre resulta más fácil, adentrarse en algo que nos da miedo si vamos acompañados.
Si quieres seguir profundizando sobre cómo gestionar emociones, te recomiendo que realices mi video curso GESTIONA EMOCIONES.